
Ya seamos exquisitamente educados como pasmosamente impresentables, tengamos unos estudios realizados o no ('pa que!?'), seamos muy guapos o, en mi caso,
extremadamente guapos (o eso dicen mi madre y mi novia). Todos tenemos algo en común: que todos somos dominados por nuestros pequeños -en algunos casos grandes- vicios y malas costumbres en definitiva.
Pues bien, e aquí mi mala -y
muy estúpida por cierto- costumbre: Me muerdo las 'mollitas de los dedos' (y no os riáis de mi que es muy seria la cosa; en serio jajaja). Si si, ¡Las mollas de los dedos! -y no las uñas como alguno habrá podido pensar-
Es todo un problema, y no exagero. Para empezar, hay veces que me muerdo tanto los dedos que hasta llego a hacerme heridas levantándome la piel y todo. Claro, y os preguntaréis el por qué de tan extraño acto de canibalismo hacia mi propio cuerpo. Más de uno debe estar pensando que me faltan un par de tornillos de los gordos (y ciertamente no vais mal encaminados aquellos que dudais de mi cordura jeje). Realmente desconozco la razón verdadera; aunque si bien es cierto que tengo varias hipótesis del por qué. Tal vez sea causa del estrés que vengo sufriendo desde ... (vete tu a saber desde hace cuanto) debido a mis tortuosos, inútiles y pringosos estudios. Otra posible razón, aunque le doy menor grado de veracidad frente a la primera hipótesis, es que tenga algún tipo de secuela que me venga de la infancia. Veréis, cuando tenía unos 8 años (y hasta los 10 tal vez) me mordía mucho las uñas; ¿Motivos? ni idea... Quizás poca personalidad, nerviosismo crónico, adicción a las pipas y al no tener estas a mano picoteaba mis propias uñas, ... A los 10 me lo dejé, ¡Mi madre -una santa- me amenazaba con ponerme "veneno" en las uñas! (es decir, me quería poner algo llamado
Mordex que se vende en las farmacias sin necesidad ni de receta médica, eso si, necesario tener dinerito en los bolsillos para pagarlo jejeje). Así que, tonto de mi, acepté la idea de no morderme nunca más las uñas (que por cierto, me costó lo mío abandonar este hábito). Tal vez por esto, mi mente haya creado algún tipo de trauma que me pasa factura en la actualidad y por el cual yo me muerda las mollas de los dedos.
He intentado (y sigo intentando) dejarlo, de veras que si. Todos los días me lo digo a mi mismo: -"¡Ché neuronal, aparta ya tu feroz bocaza de tus magullados dedos!". Pero es imposible. Inconscientemente me llevo los dedos a mis fauces y con toda la tranquilidad del mundo me pongo a mordérmelos. No lo puedo controlar (en la mayoría de casos, claro. Porque cuando me doy cuenta de que me estoy mordiendo, dejo de hacerlo en seguida). Y sin lugar a dudas es un problema para mi. Primero por todas esas veces que incluso llego a hacerme heridas -algunas no muy graves, otras algo preocupantes-. Y segundo por el desagradable aspecto que muestran mis manos (que por cierto, ahora que caigo tengo otra mala costumbre! ¡Me crujo los dedos! y eso lo llevo haciendo desde muy pequeño. Desde que deje de morderme las uñas tal vez).
No se que hacer... seguramente, y ya que llevo
meses intentando dejar este estúpido hábito sin éxito alguno, cumpla yo mismo aquella amenaza que mi madre me dijo hace años: Me rociaré los dedos de ese "veneno" con gusto desagradable -espero que no me acabe gustando y me aficione a ingerir
Mordex, que conociéndome... seguro que acaba siendo así jaja-
¡En fin! Son las paradojas que te aguarda la vida en el transcurso de la misma... Yo: un chico "normal", que no fuma, no bebe, no se droga, ¡Que no se muerde las uñás!, tenía que acabar mordiéndome mis pobres e inocentes deditos. Seguro que si hablaran y gesticularan sus pensamientos y emociones (como en el famoso anuncio de la cerveza XXXX -que más dará cómo se llame la #@$%~! cerveza-) me echarían los trastos a la cabeza, ¡Por canibal! jajaja
Menos mal que de pequeño no me dio por quemar hormiguitas con una lupa, porque sino... A saber que me daría ahora por hacer (nada bueno, eso seguro :)